“No hay que tener miedo a pedir ayuda, la dependencia del alcohol se puede tratar”
La Unidad de Tratamiento del Alcoholismo aborda los trastornos asociados al consumo de esta droga, un problema que “nos debe preocupar y que necesita recursos”.
“No hay que tener miedo a pedir ayuda, hay que luchar contra el estigma de cómo voy a reconocer que tengo un problema de alcohol”, un estigma que “por desgracia” sigue presente en nuestra sociedad, tal y como apunta el doctor Carlos Roncero, jefe del Servicio de Psiquiatría del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, y entre cuyas unidades de referencia está la Unidad de Tratamiento del Alcoholismo cuyo equipo (psicóloga clínica, psiquiatra, trabajadora social, auxiliar de enfermera y DUE) atiende anualmente a una media de 800 pacientes. Una cifra que refleja que estamos ante “un problema que nos debe preocupar y que necesita recursos para que los pacientes y las familias sean adecuadamente tratados”, subrayando además que la dependencia del alcohol “se puede tratar” y que siguiendo los tratamientos farmacológicos y terapias los pacientes “pueden normalizar su vida y reintegrarse en la sociedad”.
Tal y como explica el doctor Roncero, el consumo mantenido regular o el consumo “descontrolado o en forma de atracón” evidencian “una situación de trastorno”, a lo que se suma que “muchos pacientes con problemas por consumo de alcohol tienen además otros problemas de salud mental, como ansiedad, depresión, trastorno de personalidad…”.
La dependencia del alcohol es “una enfermedad mental” que requiere un abordaje integral porque, como señala el psiquiatra Juan José Ávila, excoordinador de la Unidad de Tratamiento del Alcoholismo, hay que “retirar el consumo de alcohol y tratar lo que esa retirada conlleva”, tanto el síndrome de abstinencia “más o menos severo”, como “la comorbilidad que el trastorno de alcohol o dependencia ha provocado”, existiendo “una implicación muy importante entre dependencia del alcohol y otras patologías psiquiátricas”.
Una enfermedad que precisa de un tratamiento integral. Por un lado, farmacológico, contando actualmente “con nuevos medicamentos dirigidos a controlar las ganas de consumir o al mantemiento de la abstinencia”; y, por otro, psicológico, donde “además del apoyo psicológico individualizado, están las terapias de grupo y la terapia familiar” porque no hay que olvidar que el apoyo de la familia es clave. Actualmente “hay tres grupos para pacientes dependientes del alcohol: lunes por la mañana, sobre todo para facilitar que los pacientes del medio rural puedan desplazarse sin problemas; y por la tarde, normalmente para los pacientes de la ciudad. Y luego tenemos un grupo de alcohol y cocaína”, porque el alcohol suele propiciar el consumo y abuso de otras sustancias (tabaco, cocaína, anfetaminas, benzodiazepinas…).
La dependencia del alcohol tiene consecuencias para la salud mental y física, porque “hay muchas patologías somáticas que pueden ser secundarias al consumo de alcohol”, resultando clave para la detección de los problemas asociados a su consumo la coordinación de la Unidad con “los equipos de Atención Primaria, Medicina Interna, Servicios Sociales…” para derivar a aquellos pacientes que requieren tratamiento. La Unidad de Tratamiento del Alcoholismo está abierta a cualquier persona que pida ayuda, por iniciativa propia, de la familia o a través de la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados de Salamanca (ARSA).
Los trastornos asociados al consumo de alcohol no conocen edad, género o condición social, porque, como apunta el doctor Roncero, “no hay nada que proteja para, si uno tiene cierta vulnerabilidad y consume alcohol, desarrollar problemas”. Aunque la prevalencia de consumo de alcohol es, en términos generales, mayor en hombres que en mujeres, en la población más joven las cifras se igualan. En el caso de las mujeres hay algo que comparten, tal y como señalan la psicóloga Ana Madruga y la psiquiatra Lourdes Aguilar, y es que “tienen más problemas a la hora de decirlo, les pesa más el estigma social. Es otra forma de beber, en soledad, en casa, no quieren que las vean”.
No hay un único perfil de paciente que acude a la Unidad de Tratamiento del centro hospitalario de Salamanca, sino hasta tres atendiendo a algunas de sus características comunes: “el paciente alcohólico que cuando viene aquí tiene una edad media de 43-44 años; el grupo de las mujeres y el grupo de alcohol y cocaína, con una media de en torno a 30 años”.
“Una enfermedad controlable”
Antes de iniciar el tratamiento terapéutico, la trabajadora social realiza una evaluación del paciente derivado a la Unidad para determinar que “se trata de un problema de alcoholismo preferentemente”. Un tratamiento que, como resume la actual coordinadora de la Unidad la doctora Aguilar, “es un día a día”. “La recaída es una característica de la enfermedad” y de ahí la importancia de no dejar de asistir a las terapias de grupo después de recibir el alta terapéutica (de media, entre 2 y 4 años si no hay recaídas).
“El problema”, tal y como añade el doctor Roncero, “no está tanto en la sustancia, sino en la persona. Esa vulnerabilidad, esos factores de riesgo se controlan, pero muchos de ellos no desaparecen, hay que tener precaución para evitar recaídas después de mucho tiempo”. “Es una enfermedad controlable, manejable, rehabilitable, pero hay que considerarla y tener precauciones a largo plazo”, precisa.
Para el diagnóstico y tratamiento de la dependencia al alcohol, la Unidad de Tratamiento del Alcoholismo trabaja en red con el resto de dispositivos de atención a las adicciones y de salud mental, incluyendo la unidad de desintoxicación y de patología dual y la unidad de hospitalización de Psiquiatría del Complejo Asistencial Universitario.
De hecho, entre los retos para seguir mejorando el abordaje de esta enfermedad, desde la unidad de adicciones del Servicio de Psiquiatría se están impulsando los programas de patología dual, “no sólo para consumo de alcohol u otras sustancias sino también de la presencia de otros trastornos mentales, hay un problema importante de diagnóstico diferencial y el abordaje es un poco más complicado”. Y otro aspecto importante, como añade el doctor Roncero, “es la conexión con la psiquiatría infantil, porque la mayor parte de los pacientes empiezan a consumir en edades adolescentes, con consumos más al principio más de riesgo o abusivos, pero con el paso del tiempo pueden desarrollar dependencia”.
Educación y prevención también juegan un papel fundamental para evitar el consumo de alcohol entre los más jóvenes. Y a este respecto otro de los programas en marcha “está dirigido a hijos de pacientes para prevenir que ellos desarrollen la enfermedad de sus padres”.